sábado, 11 de octubre de 2008

GRONDONA, CON BOEDO NO SE JODE

GRONDONA, CON BOEDO NO SE JODE


“….no es el lugar indicado…”
Julio Humberto Grondona a propósito de la vuelta de San Lorenzo a Boedo


…Es aquel señor elegante que viene acercándose,
el es un pirata, no caigas en su trampa jamás..
como un alma en pena se empieza a arrastrar,
y es una serpiente a punto de atacar...
Cuenta sus tesoros en la intimidad,
y llora miserias ante los demás…

Attaque 77

A Grondona no le basta con haber sido cómplice del intento de gerenciamiento de nuestro querido San Lorenzo. No le bastó, pero se chocó con nuestro corazón. Invencible, galopante como caballo cuatralbo y re contra caliente. Al anciano disfrazado de traje no le alcanzó con reírse de nuestro descenso, cuando inventó los promedios para salvar a su mimado River Plate. Con su manchada mano “derecha” se estrechó en un pacto con el gobierno militar para ocultar tanta muerte y tortura con un mundial de fútbol en el que se robaron millones y millones de dólares.
El mafioso de Julio Grondona inventó un club, lo acunó en su barrio de Sarandí y desde esa cuna lo dio a conocer al mundo. Pero con San Lorenzo se caga en el arraigo. “…No es el lugar indicado…” dijo sin ponerse colorado acerca de la vuelta de San Lorenzo a Boedo.
El delincuente y dictador de Grondona, no recordará que en Avenida La Plata 1700 jugaba la “su” Selección Argentina. Debe haber olvidado producto del alzheimer que el mítico Gasómetro era el lugar elegido para jugar los Boca – River en terreno neutral y además, era considerado el estadio mejor ubicado de todo Buenos Aires.
La cercanía del descanso eterno del facineroso de Grondona, le da la libertad de hacer lo que quiere (siempre lo hizo). Nos hace jugar siempre los viernes y sábados y así, perder miles y miles de recaudación. La pija de Grondona en nuestro culo nunca entró ni entrará porque ya no se para. Con Boedo no se jode. Tragate tus palabras y tapate cuanto antes con tu mortaja. Estirá las piernas en tu lecho y llevate al cajón todo el dineral que te afanaste en tus incontables mandatos. Pero nunca olvides que cuando se termina el juego de ajedrez, el peón y el rey van a parar a la misma caja.