HISTORIA
Hace ocho años, estabamos a dos días de la revolución. En las entrañas de la ciudad deportiva repasaban los detalles finales de la venta de San Lorenzo. Miele y secuaces concentraban para dar el golpe. La cuervada, desesperada e irrenunciable a la causa, se preparaba para resistir.
Dos días, dos noches, pocos suponían lo que iba a suceder. La venta del tesoro del Padre Lorenzo estaba a la vuelta de la esquina y el politiqueo a muchos no los dejaba ver la realidad. La torta azulgrana estaba servida en la mesa y Miele se preparaba a cortarla y repartirla en servilletas entre sus complices. El centro del pastel, estaba reservado para Don Julio, mentor de la subasta.
La cuervada que hace semanas veía resistiendo el intento, no se rindió jamás. El día del cierre del contrato sería el 30, por eso había que aunar fuerzas. "No existe revolución sin unión"....retumba en las cabezas libertarias. Por eso más de 1000 cuervos, no durmieron esas 48 horas de vigilia, de heroica vigilia.
Tampoco durmieron los delincuentes que concentraban dentro del estadio. Dividiendo imaginariamente el postre sanlorencista, despedían la luna y recibían los soles de Pompeya con un billete verde entre los dos ojos. Miele, no quiso dejar nada librado al azar. Sabía y tenía conociemiento de lo que sucedería.
Transó con el comisario de la 32 y reclutó un ejercito de azules para reprimir si fuese necesario. Pagó de su bolso un helicóptero y dos carros de asalto para intimidar. Exigió caballos, infantería y mucha goma y gas.
La cuervada preparó carteles, pancartas y banderas. "...San Lorenzo no se vende..." o "...Miele delincuente..." fueron nuestras armas. Y el corazón, fuerte como una roca y combativo como Jacobo Urso. La revolución latía y estaba por encenderse. La vigilia tampoco se debe olvidar.